Semana Santa de Archena
¡Ven y emociónate!
La Semana Santa de Archena fue declarada Fiesta de Interés Turístico Regional en 1995. El Cabildo Superior de Cofradías está integrado por doce Cofradías y Hermandades que son las que organizan todos los desfiles procesionales.
Tras los triduos y distintos actos cuaresmales que comienzan el miércoles de ceniza, los actos de la Semana Santa archenera se inician el domingo anterior al de Ramos, con el Pregón de Semana Santa que siempre tiene lugar en la Iglesia Parroquial de San Juan Bautista, tras la misa de doce. Las primera de las procesiones que organizan las distintas cofradías y hermandades es la del Viernes de Dolores, el Vía Crucis, y en ella desfila únicamente la Virgen de los Dolores, con su trono e imagen correspondiente.
El Domingo de Ramos, a las diez de la mañana, tiene lugar la procesión de las palmas; finalizada la cual se celebra la Santa Misa. La adquisición de palmas para el domingo de Ramos, que luego se repartían entre los vecinos, ha sido durante siglos uno de los gastos fijos del Ayuntamiento de Archena. Actualmente es el Cabildo, que cuenta con subvención municipal, el que se encarga de su compra.
El Lunes Santo no hay procesión, pero sí un Vía Crucis organizado por la Cofradía de las Ánimas, que sale de noche desde la Parroquia del Corpus Christhi. El Martes Santo, los archeneros sacan a la calle la Procesión del Perdón, que es la primera que se inicia ya en horario nocturno e incluye los siguientes tronos: la Oración del Huerto, la Negación de San Pedro, el Jesús del Rescate, el Cristo de los Azotes, el Cristo del Perdón, La Piedad y la Soledad. El Miércoles Santo, la Procesión del Prendimiento lleva a las principales calles del centro de Archena ocho tronos, que en buena parte escenifican la pasión de Jesucristo. La emblemática Cruz de los Espejos inicia el desfile, seguida del Ecce Homo, la Centuria romana, conocida popularmente como compañía de los Armaos, el Cristo del Gran Poder, el Cristo de la Agonía, el Cristo de la Sangre, San Juan Evangelista, y finalmente La Dolorosa.
El Jueves Santo, rememorando ya la muerte del Salvador, podríamos decir que no hay procesión, porque la llamada Procesión del Silencio y Vía Crucis, sale exactamente a las 24.00 horas, desfilando un único trono, el del Cristo del Monte Calvario, por lo que en realidad es una de las tres que corresponden al Viernes Santo.
Ese es el día fundamental en la Semana Santa de Archena, sin duda el más emocionante y agotador para los hermanos y cofrades, que además de la señalada, sacan otras dos procesiones a la calle. A las nueve de la mañana se produce el llamado Encuentro Doloroso posteriormente el Sermón de Semana Santa en la Plaza de España, tras el que inicia su recorrido la más larga, La Procesión del Encuentro Doloroso, integrada por trece tronos: la Cruz de los Espejos, la Samaritana, la Cena, la Oración del Huerto, el Cristo de los Azotes, la Verónica, Nuestro Padre Jesús Nazareno, la Centuria Romana (los Armaos), el Cristo del Gran Poder, el Cristo de la Agonía, el del Monte Calvario, San Juan Evangelista y La Dolorosa.
Al término de los oficios tiene lugar una ceremonia singular: el desenclavamiento, del Cristo Crucificado, que posteriormente desfila tumbado sobre el sepulcro El autor de esta talla es el único escultor archenero, Enrique Salas, artífice igualmente de la Cruz de los Espejos. Desde las nueve y media de la noche llenan las calles de Archena las tallas, flores, luces y penitentes que conforman la Procesión del Santo Entierro. Va precedida como es habitual por la Cruz de los Espejos, a la que siguen el Cristo de la Sangre, María Magdalena, el Cristo del Perdón, el Descendimiento, La Piedad, la Cruz de la Escalera, el Santo Sepulcro, los Armaos, San Juan Evangelista y La Dolorosa.
Tras la apoteosis procesional del Viernes Santo, el Sábado solo se organiza una Vigilia Pascual.
El Domingo de Resurrección, es, lógicamente, el día más festivo y alegre. A primera hora de la mañana tiene lugar el Encuentro Glorioso entre San Juan, la Virgen, María Magdalena, la Cruz y el Resucitado, produciéndose el baile de los pasos que llevan los llamados "anderos", y la suelta de palomas y globos entre una auténtica lluvia de caramelos.
Posteriormente la Procesión del Resucitado, en la que participan los citados tronos, pone el broche final a la Semana Santa archenera.
Semana Santa Archena 2017
Procesión del Encuentro
Cofradías y Hermandades
Cofradía de la Santísima Cruz de los Espejos
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Fundada: finales S. XIX
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Pasos: Santísima Cruz de los Espejos, San Pedro
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Atuendo: blanco
Cofradía de la Verónica, Cristo de la Sangre y la Samaritana
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Fundada: 1943
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Pasos: La Verónica, Stmo. Cristo de la Sangre, La Samaritana
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Atuendo: rojo
Real Cofradía del Stmo. Cristo del Perdón
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Fundada: 1947
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Pasos: Stmo. Cristo del Perdón, Cristo amarrado a la columna, La Oración del Huerto, Stma. Virgen de la Soledad
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Atuendo: rojo y negro
Cofradía del Santísimo Cristo del Gran Poder
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Fundada: 1988
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Pasos: Santísimo Cristo del Gran Poder, Descendimiento de Jesús
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Atuendo: negro y dorado
Cofradía del Santísimo Cristo de la Agonía y Stma. María Magdalena
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Fundada: 1994
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Pasos: Stmo. Cristo de la Agonía, Stma. María Magdalena
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Atuendo: terciopelo granate
Cofradía del Santísimo Cristo del Monte Calvario
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Fundada: 1960
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Pasos: Cristo Crucificado (articulado), Cruz de la Escalera
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Atuendo: amarillo y morado
Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno y Santo Sepulcro
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Fundada: 1774
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Pasos: Nuestro Padre Jesús Nazareno, Ecce Homo, Santa Cena, Santo Sepulcro
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Atuendo: morado
Hermandad de San Juan Evangelista
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Fundada: Finales S. XIX
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Pasos: San Juan Evangelista
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Atuendo: verde y rojo
Hermandad de la Santísima Virgen de los Dolores
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Fundada: 1778
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Pasos: Virgen de los Dolores
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Atuendo: azul
Cofradía de Ánimas
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Fundada: 2002
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Pasos: Stmo. Cristo de las Ánimas
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Atuendo: blanco roto y negro
Hermandad de Cristo Resucitado
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Fundada: 1954
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Pasos: Cristo Resucitado
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Atuendo: blanco y oro
Cofradía Nuestra Señora del Consuelo y Santas Mujeres de Jerusalén
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Fundada: 2013
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Pasos: Nuestra Señora del Consuelo y Santas Mujeres, Santa María de Cleofás y Santa María Salomé
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Atuendo: negro y rosa
Historia de la Semana Santa de Archena
Archena, íbera, romana, mora y cristiana, pueblo blanco de cal y azahar, pueblo con profundas y enraizadas tradiciones cristianas. Parece que sus calles, rincones y plazuelas están concebidas para tener entre sus paredes un palio, parece que cuando el embrujo de la noche tiende su velo sobre nuestro pueblo, con ese olor a azahar, ese olor a incienso y ese crujir de las maderas de nuestros pasos, nos transportamos a aquellos santos lugares donde se vivió la Pasión,Muerte y Resurrección del Señor.
Desconocemos, por el momento, los sucesos acontecidos desde que los romanos abandonaron Archena o, al menos Los Baños. No sabemos si los visigodos ocuparon el espacio preparado por los romanos, si hubo lucha y/o destrucción; si aprovecharon el Balneario y la huerta de alrededor. El más grave de los silencios se cierne sobre la historia de los siglos de ocupación visigodo bizantino. Igual ocurre con la dominación árabe, no tenemos hasta hoy, ninguna referencia escrita que nos permita conocer cuál fue el destino de estas tierras hasta bien entrado el siglo XIII.
Podemos imaginar que a través de las calzadas romanas que comunicaban Archena con Cartagena y el centro de la península, pudieron llegar los árabes tras el pacto, en el año 713, de Abde-ladiz con Teodomiro. Quizás los árabes, amantes de la huerta, pudieron utilizar el sistema de regadío -si pervivía- creado por los romanos para mantener una privilegiada huerta a orillas del Segura. Aunque, lo único cierto que tenemos, es la existencia de un castillo fortaleza, actualmente en ruinas, que formaba parte de un sistema defensivo para proteger él emplazamiento del Balneario, construido sobre cimientos romanos en diversos lugares de su urbanización, además de encerrar en el recinto amurallado un poblado argárico.
El territorio murciano se encontraba rodeado por granadinos, castellanos y aragoneses, y dividido a su vez en arráeces, cada uno de los cuales hacía su propia guerra. Esta situación llevó a Ibn Hud, en febrero de 1243, a ofrecer al Infante Alfonso (por delegación de don Fernando, su padre) la soberanía del reino de Murcia y entregar para Castilla «la ciudad de Murcia e todos los castillos que son desde Alicante fasta Lorca e fasta Chinchilla». Aceptó el Infante la propuesta, postergando el encuentro definitivo para el mes de abril en Alcaraz.
El primero de mayo de 1243 efectuaba el infante don Alfonso su entrada en la ciudad de Murcia, "et los moros entregaron el alcacar al Infante don Alfonso". Continúa la crónica general: "et apoderarse en todo el señorío, et que lavase las rentas del sennorío todas, salvo cosas ciertas con avíen de rrecodir a Abenhodiel et a los otros sennores de Crevillent et d'Alicante, et d'Elche, et de Orihuela, et d'Aledo, et de Ricot, et de Ciega, et de todos los otros lugares del reino de Murcia, que eran sennoreados sobre si. Et desta guisa apode-raron los moros al Infante don Alfonso, en boz del rey don Fernando, su padre, en todo el reyno de Murcia, ssalvo Lorca, et Cartagena et Muía, que se non quisieron dar ni entrar en la pleytesia que los otros...."
Aparece aquí el nombre de Archena citado por primera vez en la Historia, en lo que a textos escritos se refiere, en un privilegio alfonsí otorgado en Murcia el 5 de julio de 1243, en el que se citan las tenencias de los castillos del reino concedidos a los caballeros de su hueste: «da en tenencia lo de Archena y otros tres castillos, a, D. Rodrigo López de Mendoza».
Para llevar a cabo la reconquista, los reyes contaron con la eficaz colaboración de las Ordenes Militares. La ayuda prestada por estos estamentos se vio recompensada con una serie de donaciones en las tierras conquistadas.
La Orden de San Juan de Jerusalén es la última en aparecer en el territorio murciano, en cuanto a establecimiento militar se refiere, ya que en el orden religioso se adelantó a las otras Ordenes, cuando su Prior Fernán Ruiz logró la concesión de la Iglesia de San Juan, extramuros de la capital, en 1248.
Parece que la Orden de San Juan no participó en la ocupación del reino en 1243, ni en la reconquista de Jaime I de Aragón en 1266. Aunque, no sería hasta final de siglo en que la Orden decidiera reanudar su actividad en este reino, motivada por la concesión de Calasparra por Sancho IV, el 9 de junio de 1289:
Por facer bien e merced a la Orden del Hospital de San Juan de Jerusalen. E a don Fernant Pérez, grande comendador de lo que a esta Orden sobredicha en España y a los freyles delta también, a los que agora son como los que serán de aquí adelante, dárnosles en limosna por Dios e de nuestras animas e de nuestros parientes en remisión de nuestros pecados el nuestro castillo que dicen Calasparra, que es en el reyno de Murcia ...
Sin embargo, la concesión de Archena a la Orden de San Juan por el infante don Alfonso se produjo bastantes años antes de esta fecha, concretamente el 15 de junio de 1244 en Lorca. En el texto de la concesión encontramos una referencia explícita a la existencia de un castillo y de una villa, algo que hasta entonces no teníamos constancia. La propiedad es entregada en Consuegra al comendador de la Orden frey Guillen de Mondragon, en los siguientes términos:
" ....otorgo a el e a la Horden del Hospital de Ultramar, donde el es freiré, el castillo de Archena con su villa por heredat, con montes e con fuentes e con pastos, con entradas e con salidas, con todos sus términos e con todas sus pertenencias, así como las avie Archena en tiempo de moros. E dogela desta guisa, que lo aya libre e quito por siempre jamas para vender e cambiar e empeñar, e para fazer dello como de lo suyo".
Así se formó la Encomienda de Calasparra con la subencomienda de Archena que permanecería hasta la desamortización del siglo XIX. Aprovechando los años de paz que la ausencia de incursiones moras producía en el reino de Murcia, la Orden de San Juan, manifestando una vez más su afán pacifista y colonizador, se anticipó en la encomienda de Calasparra, a la tendencia repobladora y de asentamiento que se produce en el reino durante el siglo XV, otorgando a Calasparra en 1412-1414, ordenanza y repartimiento.
Archena, como aljama de moros, soportó un régimen jurídico-administrativo distinto y mucho más gravoso que el de la encomienda de Calasparra. La ordenanza otorgada el 11 de septiembre de 1462 por el comendador de Calasparra frey Luis de Paz, conforme a los usos tradicionales, constituye más que un privilegio un arancel de derechos de la Orden sobre sus pobladores.
La firma de la paz en Granada por los Reyes Católicos en 1492, implica la conquista y sometimiento del último bastión musulmán en España. De esta forma se abren las esperanzas de lograr la tranquilidad tras finalizar las contiendas militares fronterizas. Esto supone un considerable cambio en la forma de vida de los lugares del reino que, como Archena, han sufrido de una u otra manera los avalares de la guerra. Con esta perspectiva se recibe el siglo XVI, que tendrá para este pueblo una especial significación.
La seguridad que se disfruta se nota especialmente en los campos, antes siempre expuestos a las razias musulmanas. Aumenta la población considerablemente en este siglo, se roturan nuevas e importantes extensiones agrícolas yermas. El lugar de Archena se convierte en villa y en torno a su mezquita se va formando un creciente núcleo urbano a lo largo del siglo.
A comienzos de este siglo se produce un hecho histórico que va a hacer cambiar la vida de los mudejares murcianos. Tras la conquista del reino granadino, los Reyes Católicos, influenciados por el Cardenal Cisneros, procuraron la unidad religiosa como eficaz complemento a su política de unidad territorial. A consecuencia de las exigencias de Cisneros con los moros granadinos, éstos se rebelaron en algunos lugares. Una vez derrotados, se les obligó a convertirse al cristianismo o marcharse.
Autor: Manuel Enrique Medina Tornero.
Ya desde el inicio del siglo XV conocemos de la existencia de la Semana Santa en Archena por dos eventos documentados en los archivos: la celebración de la cuaresma, en la que siempre se contrataba los servicios de un predicador para alimentar la fe religiosa de los feligreses y la celebración de la procesión de Domingo de Ramos, que se realizaba por las pocas calles del pueblo, con palmas que pagaba el concejo municipal.
Por otra parte, el Concilio de Trento, que se celebró entre 1545 y 1563, recomendó la estación pública, exponiendo la necesidad y ventajas que se derivaban del culto a las imágenes, verdadera efigie de Jesús y de su madre, proponiendo que estas imágenes debían salir a la calle para que los que por su voluntad no entraban en la iglesia, al encontrarse con ellas en la calle pensaran en el momento de la Pasión de Cristo que las imágenes representan. Su legislación de desarrollo intentó controlar la representación de la Pasión a través de una reglamentación que la jerarquía debía sancionar. Se intentó asegurar este control mediante disposiciones relativas al decoro de imágenes y cortejo, sirviéndose para ello de penas que incluían la excomunión.
En algún momento de este siglo se incorporó a la Semana Santa la procesión de Jueves Santo en el que los penitentes recorrían las estaciones del Via crucis (los pasos del Calvario, nombre que se ha mantenido en el callejero archenero desde hace 500 años) flagelándose y portando pesadas cruces, algunos hacían el recorrido de rodillas por las calles empedradas y de tierra; con tal devoción e ímpetu se inflingían los castigos que previamente el Concejo contrataba con el abastecedor de vino y aguardiente que rociase con vino las calles por donde discurría la procesión. Una vez acabada la procesión, en el atrio de la iglesia se efectuaba el "labatorio" acto en el que se curaban las heridas de los penitentes con vino y después se les invitaba a un refrigerio compuesto por rollos de vino, aguardiente y vino (para el año 1655, por ejemplo, el refrigerio, siempre contratado con alguna vecina, se indicaba con la precisión de que los rollos debían ser hechos con una libra de azúcar, dos arrobas de vino, media azumbre de aguardiente y tres docenas de huevos).
La tradición de la procesión de Jueves Santo creemos que se intensificó en sus manifestaciones penitenciales —incluso más allá de la Semana Santa- cuando a inicios del siglo XVII, concretamente en septiembre de 1609 se tomó la decisión de expulsar a los moriscos de España, siendo los del Valle de Ricote los últimos en salir del país. Estos cristianos convertidos realizaron innumerables manifestaciones de fervor religioso, desfilando en actos de penitentes, como forma de demostrar su fe cristiana y así lo reflejaba la crónica de Fray Juan de Pereda que fue enviado al Valle para conocer el problema de primera mano y lo describió impresionado "realizaban muchas procesiones de penitentes en la cuales, jóvenes con blanca túnica, desnudos los pies, sueltos los cabellos y con el rostro velado transportaban pesadas cruces y mantenían largas vigilias en las iglesias"....
Aunque no disponemos de testimonios gráficos de las procesiones penitenciales, si sabemos que se contemplaban dos categorías de personas que desfilaban, llamados comúnmente hermanos de sangre y hermanos de luz (o alumbrantes). Los hermanos de sangre eran los disciplinantes que durante la procesión se flagelaban con manojos de cuerdas terminados en rodezuelas. Los segundos, portaban hachas de cera y al término de la procesión curaban las heridas de sus hermanos en el citado lavatorio. Las mujeres participaban en la procesión, no como disciplinantes, pues hubiera resultado impropio que una mujer mostrara su espalda desnuda, sino llevando velas encendidas delante o detrás de las imágenes, en el caso de nuestro pueblo, durante los siglos XVI y XVII únicamente detrás del Crucificado, que primero desfiló con una cruz desnuda o envuelta en un sudario y después, a partir de 1644, al menos, con un Cristo Crucificado. Y lo sabemos porque en la iglesia solo se conservaban las andas (parihuelas) de dos imágenes, la de San Juan Bautista, patrón del pueblo y titular de la parroquia y las del Crucificado. Los disciplinantes y los hermanos de luz vestían una túnica de lienzo basto ceñida con cuerdas y algún tipo de capirote.
La procesión se realizaba Jueves Santo por la tarde desde la iglesia hasta el Calvario. Abría la procesión una cruz de guía, que era de plata con mango de madera, portada por el "sacristán" o alguien a quien se contrataba para ayudarle en estos menesteres durante estos días, después desfilaban los penitentes y los hermanos de luz, a continuación "el paso del Crucificado" seguido de las mujeres y cerrando el cortejo la autoridad eclesiástica. Es difícil pensar que hubiera música en nuestro pueblo acompañando la imagen por la poca población de Archena (al final de este siglo, en 1697, se contabilizaban únicamente 33 vecinos o sea unos 132 habitantes) y la pobreza de la villa. El concejo únicamente participaba sufragando al predicador de cuaresma, las palmas de Domingo de Ramos y lo necesario para el lavatorio.
En el siguiente siglo, hasta 1744, no se producirán cambios en la Semana Santa, motivado por el nacimiento de una nueva Cofradía para procesionar (posiblemente creada con anterioridad) y tiene sentido ya que Archena comienza en este siglo un despegue económico y demográfico que, sin duda, tiene su refrendo en las arcas de la iglesia y prueba de ello son las obras de edificación de la misma que ya hemos mencionado. También es relevante y de repercusión en la organización del cortejo la supresión de los disciplinantes por Carlos III en 1777. Ala mentalidad ilustrada del monarca le repugnaba el sangriento espectáculo de los flagelantes, que a sus ojos aparecía más como un atavismo medieval, que como muestra de penitencia pública. La supresión de esta figura tuvo como resultado, desde mi punto de vista, el nacimiento de los "nazarenos" tal y como lo entendemos hoy día, pudiéndose afirmar que ya desde finales del XVIII se comienzan a gestar las actuales formas de procesionar y el funcionamiento de las cofradías.
Como también hemos señalado y es conocido, en un ambiente de fervor mariano que recorría España en los años finales de este siglo, el pueblo solicitó que se adquiriera y colocase en la iglesia una imagen de la Virgen de los Dolores, petición de la que se hizo eco el concejo:
«Reunidos en Cabildo, para tratar y conferir las cosas tocantes y pertenecientes al servicio de Dios Nuestro Señor, bien, utilidad, celo cristiano y esplendor de esta villa, Dijeron que muchos años hace tienen los vecinos de esta villa vivos deseos de que se haga una imagen de María Santíssima con la vocación de los Dolores, por no tenerla la Iglesia Parroquial, ni fondos su fábrica... y con el fin de que la devoción vaya en aumento. Acordaron se haga a costa y espensa de los Propios y Rentas de esta villa, librándose por ahora 200 reales... »
Por lo tanto hacia finales del siglo XVIII el cortejo procesional ya contaba con tres "pasos" y su organización se realizaba como en todos los lugares de referencia de los pueblos cercanos: tras la Cruz de guía parroquial procesionaba el Nazareno, detrás el Cristo Crucificado y cerraba el cortejo la Dolorosa y una vez más nos referimos a la existencia de las andas de estas imágenes que se guardaban en el trascoro de la iglesia como testimonio de que eran las únicas que se sacaban en procesión junto al patrón san Juan Bautista.
Creemos que fue hacia final de este siglo cuando se iniciaron los desfiles de Viernes Santo, primero por la mañana y años más tarde se instauró la procesión del Santo Entierro de Viernes Santo por la noche.
Autor: Manuel Enrique Medina Tornero.
A lo largo de los siglos bajomedievales durante la Semana Santa se celebraron únicamente los actos litúrgicos: La Misa, los Oficios Divinos, los Maitines o Tinieblas, la adoración de la Eucaristía reservada en los Monumentos de las diferentes iglesias y, la veneración y ofrenda a la Cruz. Sin embargo, podemos contemplar la aparición de ciertos actos extralitúrgicos o paralitúrgicos que también tienen lugar durante estos días de la Pasión, algunos han desaparecido o se han reconvertido, pero otros mantienen todo su sentido y sabor doctrinal y didáctico. En Archena encontramos algunos:
La representación entera de la Pasión que se efectuaba en determinados lugares públicos, no muy lejanos de la iglesia. En Archena conocemos algunos ya desaparecidos como el ya indicado del Domingo de Ramos en el que se representaba al pueblo de Jerusalén. También sabemos de la escenificación del "prendimiento" que tenía lugar en dos lugares: en primer lugar se reconstruía un "huerto de Getsemaní en las afueras del pueblo en el que los actores iniciaban la representación y desde allí, una vez prendido Jesucristo era conducido a la Plaza Mayor, en la que se habían instalado tres escenarios para Herodes, Caifás y Pilatos. Los actores eran personas cultas del pueblo y tenía lugar el Miércoles Santo a las dos de la tarde. La prensa de la época se hacía eco de esta representación. En otras ocasiones la representación consistía en una adaptación de la Pasión según el evangelio de San Mateo y los personajes podían llegar a ser más de cuarenta. Participaban los "armaos" provistos de sus vistosos trajes para dar más realismo a las escenas.
Entre los actores hemos encontrado a algunos maestros, farmacéuticos y al escultor Enrique Salas.
El sermón del Mandato tenía lugar en la tarde de Jueves Santo en una ceremonia que se celebraba a continuación de la misa, en la que se procedía a lavar los pies a doce personas pobres. En ocasiones era tanta la gente que acudía a esta ceremonia que era preciso montar un escenario en la Plaza del príncipe (conocida como plaza de Los Molina) para que pudiese acoger a todos los feligreses. Adviértase que entonces esta plaza no estaba comunicada con la calle Mayor, por lo que era un recinto de gran valor para celebraciones y fiestas.
El sermón de la Pasión (del encuentro doloroso de la amargura) tenía lugar Viernes Santo por la mañana y ha tenido una gran tradición en nuestra Semana Santa, siendo un privilegio del párroco o sacerdote invitado poder realizarlo. Desde que se construyó la "casa grande" siempre se ha efectuado en su balcón principal, relatando el encuentro doloroso con las imágenes conducidas por diferentes calles hasta coincidir en la plaza mayor.
Uno de los actos más interesante es el sermón durante el desarrollo de la acción de desclavar y descender el cuerpo de Jesús de la Cruz (un crucificado articulado) y su colocación en el sepulcro, acto de una larguísima tradición en Archena y cuyos ayudantes en la ceremonia han pasado la tradición de padres a hijos. En el siglo pasado era normal que se formase una guardia de honor con los "armaos", la misma que en turno había estado custodiando al Santísimo en el Monumento.
Autor: Manuel Enrique Medina Tornero.
Publicado en: "Pregón de Semana Santa Archena 2007"
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