En los años centrales del siglo se produce un incremento de los regadíos, merced a la puesta en práctica de una serie de estrategias para llevar las aguas del Segura lo más lejos posible. En la Vega de Molina y Valle de Ricote se desarrolla el viejo sistema de ceñas y norias, consiguiendo Lorquí incrementar su huerta en un 130%. En Archena los nuevos regadíos se dedican a frutales hortalizas y agrios siendo precisamente esta, la primera zona de la región donde se implantaron. Una relación de los mayores propietarios de 1818 nos remite a los mismos apellidos: Llamas, Molina, Fontes, Marquesa de Sanmamés. Hacia mediados de siglo cuando había finalizado el proceso desamortizador, imprescindible en la liquidación de las estructuras del Antiguo Régimen, aparecen algunos apellidos nuevos como Álvarez Castellanos, Marqués de Corvera y su hermano el Vizconde de Rías, herederos de su tío, D. Sancho de Llamas y Molina. Pero la mejor prueba de que en Archena la desamortización tuvo una importancia limitada es que la Orden de San Juan, detentadora del poder señorial obtuvo el 95% de los beneficios de la venta de sus propiedades de la enajenación de los Baños, y solo el 5% restante de sus fincas.
En realidad el señorío de la Orden de San Juan, como el resto de los grandes señoríos murcianos (encomiendas de Santiago y Calatrava, dominios del Marqués de los Vélez) era de carácter jurisdiccional, sin apenas base territorial, por lo que su disolución incidió escasamente en las estructuras agrarias. Mucha mayor trascendencia para el cambio de propiedad de tierras e inmuebles urbanos tuvo la
desvinculación de los mayorazgos, que según cálculos de Mª Teresa Pérez Picazo alcanzaban más del 50% de las tierras de regadío. En lo esencial los bienes enajenados fueron acaparados por un reducido colectivo integrado por un puñado de descendientes de la antigua oligarquía y algunos grandes comerciantes. En Archena en concreto, la propiedad permanecerá básicamente estable al concluir el proceso desamortizador. El número de propietarios apenas varía de 1818 (179) a 1851 (170). Asimismo se mantuvo durante estos años la concentración, al pertenecer la mitad de la superficie regada a poco más del tres por ciento de los propietarios. En el último tercio del siglo XIX los tradicionales artilugios para subir el agua (norias y ceñas básicamente en Archena) incorporan el hierro como material de construcción; es mas resistente y requiere una menor conservación que la madera usada hasta entonces.
Mas importancia para los habitantes de Archena tuvo la liquidación de los bienes de propios, con lo que se incrementó la presión fiscal sobre los vecinos por medio de las contribuciones, que pasaron a ser la fuente básica de financiación de los Municipios. Con el fin de los propios y los monopolios que implicaban se produjo una proliferación de las tiendas de alimentación (abacerías, aceite y vinagre, tabernas), que en Archena pasaron de una en 1803 a siete en 1834 y catorce en 1855. A partir de 1856 el único propio que conservó el municipio fue la barca para cruzar el río. La demanda de un puente que permitiera atravesar el río, prescindiendo de la barca que sufría continuos quebrantos con las avenidas, era una vieja aspiración que sólo llegó a cuajar en 1865, siendo Ministro de Fomento el Marqués de Corvera. Apenas tres años antes había llegado el ferrocarril a la región, lo que supuso la definitiva consolidación de esa vocación exportadora que en principio se centró en frutas en fresco.
Los Baños fueron desamortizados en 1850, tras un corto período en poder de la Caja de Amortización, que contribuyó a deteriorar aún mas su lamentable estado. Fueron adquiridos por el Marqués de Corvera quien los cedería posteriormente a su hermano, el Vizconde de Rías. Este realizó importantes reformas y construyó las nuevas instalaciones que la afluencia de visitantes y la fama de las aguas demandaba. El Pabellón Madrid, el Levante y también el Casino datan de esta época; también la nueva ermita levantada bajo la advocación de la Virgen de la Salud. La prosperidad de los baños, a los que, sobre 1860 acudían mas de 5.000 personas al año, se fue incrementando a finales del siglo XIX y principios del XX, en un momento en que la hidroterapia era una asignatura más en las Facultades de Medicina, pasando a ser el más visitado de España. La ley establecía las condiciones que debían reunir los establecimientos y las aguas, las tarifas y las “temporadas oficiales” en que los Balnearios debían permanecer abiertos. A finales del XIX se levantó la residencia militar, para instalar adecuadamente a un colectivo que siempre fue un cliente fundamental de los Baños, por lo adecuado de las aguas en la curación de las heridas de pólvora. El Balneario sufrió una cierta decadencia, como todo este tipo de establecimientos, en los años inmediatamente anteriores a la guerra. En 1923 y tras haber pasado a ser propiedad del marqués de Perinat, se constituyó la sociedad “Balneario de Archena S.A.”. Durante la guerra el Balneario fue la Base y Escuela de Fuerzas Blindadas, los carros de combate rusos. En 1950 y tras ejecutar una opción de compra firmada seis años antes, el industrial don Nicasio Pérez Galdó se convirtió en el dueño del Balneario.
El régimen liberal se esforzó, desde la aprobación de la Constitución de 1812, por normalizar y uniformizar la vida municipal, someterla al gobierno central y vaciándola de contenido político, orientar su actuación hacia la mera y tutelada gestión administrativa. Esta reforma radical en la estructura del poder necesitaba la creación previa de unos entes territoriales poderosos entre el municipio y el estado, algo que se consiguió con la aparición de las provincias en 1833 y la pérdida de autonomía y competencias de los municipios ante las Diputaciones y especialmente de los Gobernadores provinciales. Como ejemplo de este cambio citaremos una “cacicada” que tuvo lugar en 188: el Gobernador cesó a la Corporación Municipal de Archena en pleno y nombró a otra, alegando “irregularidades administrativas y desobediencia a lo mandado”. El fracaso en la pretendida emancipación de los pequeños núcleos de las cabezas de distrito respectivas, dio como resultado la cristalización de la comarca como marco fundamental de la vida social, lo que ha implicado un débil desarrollo de la conciencia regional. El murciano del siglo XIX se sentía mucho más vinculado a su comarca de origen que a la región que la englobaba.
En 1813, poco mas de veinte años después de su construcción, el edificio del Ayuntamiento de Archena quedó completamente destruido por una gran explosión ocurrida mientras se preparaba la pólvora para la fiesta del Patrón San Roque. En este lamentable suceso murieron cinco personas, y pese al gran interés demostrado desde los primeros momentos por recuperar los papeles de la escribanía, es indiscutible que se perdió parte de la historia de Archena. La familia Llamas permitió que en la “Casa Grande se celebraran a partir de entonces las reuniones del Concejo, guardándose también allí el arca con las tres llaves que constituía el Archivo Municipal. A partir de 1836 la necesidad de dividir la casa por motivos de herencia, obligó a reconstruir el edificio del Ayuntamiento, pero se debió hacer con muy pocos medios puesto que pocos años después ya era calificado como “impracticable”. Durante la segunda mitad del siglo XIX el Ayuntamiento hubo de instalarse en locales arrendados, hasta que en 1895 se construyó un nuevo edificio en la calle Mayor donde ha estado su sede hasta fechas muy recientes, si bien el edificio se levantó de nueva planta poco después de finalizada la guerra civil.
La sanidad y la educación fueron preocupaciones básicas de los municipios en el período que tratamos creándose al efecto Juntas Municipales para tratar estos temas. Cuando llegaban las epidemias de cólera, bastante abundantes en el siglo XIX, la Junta, que posteriormente se llamó de Sanidad y Beneficencia, era la encargada de tomar las primeras medidas. También a finales del siglo tuvo lugar una importante epidemia de viruela. Asociado a las preocupaciones sanitarias se construye en 1811 un primer cementerio (en los años treinta y ochenta y después en este siglo se fueron construyendo nuevos y con distintas ubicaciones) ante la imposibilidad física e inconveniencia sanitaria de continuar enterrando en la Iglesia a todos los fallecidos. En materia urbanística, el Ayuntamiento decidió prohibir las barracas dentro de la población por lo peligrosas que resultaban cuando se declaraba un incendio, como ocurrió en los años ochenta. También se detecta una mayor atención en el arreglo de calles y caminos y en la limpieza viaria y el urbanismo. A final del siglo se establece la obligatoriedad de solicitar licencia de obras para levantar nuevas edificaciones, firmada por maestro competente.
En el siglo pasado la enseñanza elemental era un servicio en manos de los Ayuntamientos lo que determinó sus grandes carencias ante lo exiguo de los presupuestos que manejaban estos. Era el erario municipal el que debía costear las instalaciones, los materiales, el sueldo del maestro, velar por la calidad de la enseñanza y vigilar la asistencia de los niños a la escuela, bastante esporádica en la mayoría de los casos. La Junta Local de Primera Enseñanza realizaba visitas de inspección a las escuelas y examinaba a los niños de lectura, escritura, cálculo y catecismo que eran las materias que se impartían (en el caso de las niñas, también labores del hogar). Durante todo el siglo anterior y parte del presente la aspiración de conseguir subvenciones y ayudas suficientes para la construcción de unas escuelas graduadas fue una constante perseguida por todas las Corporaciones municipales archeneras, pero ese anhelo no se conseguiría hasta el segundo tercio del siglo XX. Mientras tanto las clases se impartían en locales alquilados, en condiciones bastante deficientes.
Especial mención merece, por sus cualidades profesionales y humanas el maestro Don Miguel Medina Luna, padre del pintor Inocencio Medina y tío del poeta, Vicente Medina. Fue un hombre totalmente entregado a su función especialmente interesado en extender la educación entre los mas humildes, que iniciaba siempre las cuestaciones para ayudar a los necesitados. El Ayuntamiento con la ayuda de todos los vecinos le levantó una estatua en la plaza Mayor que hoy se conserva en el colegio que lleva su nombre y que fue realizada por el escultor Coullaut Valera, autor de la estatua de Becquer que se conserva en el parque de Mª Luisa en Sevilla, y coautor, junto con su hijo, de las estatuas de Don Quijote y Sancho en la Plaza de España de Madrid.
Archena careció hasta el siglo XX, de ordenanzas municipales. El alcalde dictaba “Bandos de policía y Buen Gobierno” donde se recogían las normas que los vecinos debían cumplir; los bandos siempre recogían la prohibición de los juegos de azar, pero este mandato debía ser ampliamente desobedecido puesto que el juego era una distracción y aún un vicio muy extendido. Las serenatas y toques de guitarra entre los mozos eran también muy habituales. El sereno debía evitarlas y correr tras los mozos que “echaban música” a las mozas.
El patrón de Archena continuó siendo San Roque, el protector contra las epidemias, hasta bien entrado el S. XX (1931), pero esta festividad fue quedando relegada desde el pasado siglo a un carácter puramente religioso. Eran las fiestas del Corpus, las denominadas fiestas “cívicas”, las auténticamente populares, con música y fuegos artificiales. En bastantes ocasiones se celebraban corridas de toros y, muy rara vez, representaciones teatrales.
La banda de música goza de larga tradición puesto que se organizó por primera vez en 1860, redactándose en 1880 un reglamento de la misma que fue aprobado por la corporación, pasando a denominarse banda de música municipal. Este estatuto lo mantuvo hasta 1950, año en que se disolvió por desavenencias entre sus miembros, pero apenas unos meses después volvió a constituirse, perdiendo su carácter municipal. Cuando, en tiempos de la IIª República, dejó de actuar por un corto período, debido a los problemas entre el ayuntamiento y el director de la misma, eran continuas las quejas de los vecinos reclamando sus servicios.
En cuanto a las reformas técnicas propias de la época mencionemos solamente que en 1862 se instaló el primer alumbrado público consistente en faroles de aceite que posteriormente fue sustituido por petróleo, y ya en 1903 se colocaron las primeras farolas de luz eléctrica. En 1885 se instaló el teléfono en un cuarto bajo del Ayuntamiento, y en 1889 se trasladó la estación telegráfica de los Baños a Archena (aunque con posterioridad sería objeto de nuevos traslados).
La emigración que se produjo a finales del siglo XIX tiene su base en el descenso de la media salarial, durante la conocida como "Gran Depresión" (1876-96), que hubo de ser soportada por los jornaleros al no tener otra alternativa de trabajo, además, el sistema de cultivo extensivo de la agricultura regional conducía a una oferta laboral limitada a determinados períodos del año agrícola (siega, trilla, siembra, vendimia), mientras que fuera de ella el paro era casi total. La región ocuparía el tercer lugar en la emigración al Africa francesa durante el último tercio del siglo XIX. Vamos a proporcionar sólo unas cuantas fechas claves para Archena que ejemplifican que en ningún momento se produjo una pérdida de habitantes, aunque desde luego, sí importantes desaceleraciones en el crecimiento demográfico durante el siglo XX. El padrón de 1903 recoge una población de 4.631 habitantes; en 1935 se había alcanzado la cifra de 7.771, pese proceso de emigración, cuyos destinos preferentes eran Francia, Barcelona y en menor medida, Sudamérica. Tras la guerra a la emigración económica se une el exilio político con lo que en 1946 se detecta un decidido estancamiento de la población (8.354 habitantes), consecuencia de la Guerra Civil y sus secuelas de pobreza, hambre y enfermedad. En los años sesenta la expansión de la población es ya evidente, pese a que se mantienen e incluso incrementan los flujos migratorios, ahora hacia Alemania y Francia. Habrá que esperar a los años ochenta del siglo XX para que la prosperidad económica permita la vuelta de un gran número de emigrantes, y apenas unos años después se inicie el fenómeno contrario de la importante inmigración que ha llegado a representar en Archena a prácticamente el 20% de la población.
El Vizconde de Rías fue, a principios de siglo el mayor hacendado y realizó importantes obras de socorro y beneficencia. Desde los años veinte fue el Duque de Huete el Presidente de los hacendados que cedió los derechos de un salto de agua de su propiedad y realizó diversas obras sociales, que culminaron al permitir el acceso a la propiedad de los arrendatarios de sus tierras mediante pagos irrisorios. Del crecimiento económico de principios de siglo nos habla el Alcalde en su solicitud de instalación de una central telefónica interurbana, fechada en 1912, cuando argumenta: que “reportará beneficios incalculables para la agricultura, industria y bañistas que acuden al Balneario y particularmente al comercio de exportación de frutos a la Península y al extranjero, que es la principal fuente de riqueza de esta Villa”. La dependencia del comercio exterior también tenía sus servidumbres, como refleja una petición para conseguir la condonación de una deuda de 1915 en la que se alega que la Guerra Mundial ha paralizado el comercio de frutos, siendo también casi nulas las temporadas del Balneario. Queda claro, una vez más, que la agricultura y el turismo termal son, decididamente, las dos fuentes de riqueza de Archena.
Tras la Guerra Mundial el Balneario siguió siendo muy visitado, aunque no llegó a los niveles de ocupación anteriores. En los años veinte comienzan a llegar heridos de la guerra de África, que la población recibe jubilosamente y a los que ayuda con sus donativos. Archena, también tuvo su héroe en esta guerra: el sargento José García Marco, que volvió triunfalmente tras recibir distintas medallas y haber sido hecho prisionero por el Sultán de Marruecos cuando cubría heroicamente la retirada de las tropas.
En 1919 se terminó la construcción de un matadero y lavadero público, aunque diez años después ya se reclamaba otro lavadero y la ampliación del matadero. A finales de los años veinte contaba Archena con un pequeño sanatorio, gracias a Don Mario Spreáfico, un médico muy generoso y querido que siempre estaba disponible para sus pacientes, en especial para los pobres, a los que atendía gratuitamente. Durante la República fue Concejal distinguiéndose por su celo en cuestiones sanitarias. Cruzada particular suya fue la de intentar convencer a los vecinos para que sacasen las basuras en lugar de guardarlas para utilizarlas posteriormente como estiércol.
No podemos dejar de mencionar al gran poeta naturalista Vicente Medina, que pasó la mayor parte de su vida fuera de Archena y en su añoranza, cantara como nadie lo ha hecho la vida en una huerta hoy definitivamente desaparecida. Su primo Inocencio Medina representó el mismo naturalismo en la pintura y pese a su temprana muerte, dejó una importante obra, cada vez mas valorada.
En la década de los veinte las Actas Capitulares se hacen eco de la prosperidad de la agricultura, comercio y, por primera vez, la industria. En los primeros años del siglo XX se instaló la importante fábrica de electricidad de los “Molinos del río”, que también era serrería y fábrica de hiel., y en sus mejores momentos dio trabajo a casi un centenar de personas. Archena se sumó pronto a la expansión de la industria conservera en la región, datándose las primeras fábricas a principios de siglo. El albaricoque era el fruto más importante por su volumen de exportación aunque, en general había una buena producción de cítricos. Han quedado varias chimeneas como vestigio de esta actividad industrial.
Las actas recogen esta relativa bonanza económica. En la sesión del Pleno correspondiente al 30 de abril de 1924 se solicita que el ferrocarril de Fortuna a Caravaca pase por Archena, y que se amplíe el muelle de mercancías. En otra sesión de 1927, se indica que “la población del Valle de Ricote ha aumentado en los últimos años "por la extensión dada a los cultivos intensivos y el auge de las industrias agrícolas". Todo ello no nos puede hacer olvidar que los niveles de vida de la mayor parte de los vecinos seguían siendo muy bajos, lo que se refleja en la emigración que también se mantiene en estos años de relativa prosperidad.
Pronto se empezaron a sentir las consecuencias (aunque tardíamente en España) de la crisis financiera mundial de 1929, que afectó a todos los ámbitos económicos, con un efecto directo en las exportaciones de frutas. Aparece un término antes desconocido: el paro; aunque el que por primera vez se hable de él no significa que en épocas anteriores se hubiera conseguido el pleno empleo, es evidente que el problema se agudizó en estas fechas. Una etapa de sequías, que en ocasiones concluían con heladas, unido a las incertidumbres políticas vinieron a agudizar las dificultades de este período. Las actas recogen la necesidad de elaborar un registro de parados y también se mencionan una serie de obras públicas que además de necesarias serían beneficiosas para mitigar el desempleo, en especial se acomete el arreglo de numerosos caminos vecinales.
El municipio de Archena hubo de contribuir en los años veinte a la construcción de los pantanos de Taibilla y Talave, pero cuando se le invitó a adherirse a la Mancomunidad en un primer momento desechó el ingreso por lo gravoso que resultaba para el ayuntamiento. No sería hasta 1946 cuando se integraría definitivamente.
La primera corporación municipal republicana estaba integrada fundamentalmente por republicanos y radicales, con una importante representación de socialistas y miembros de sociedades obreras que presentaban numerosas solicitudes, peticiones y denuncias ante el Ayuntamiento, no sólo laborales, sino también sobre todo tipo de temas sociales y políticos, en especial con ocasión del Iº de mayo. En atención a una de estas peticiones se produjo la expulsión de todos los funcionarios municipales, medida arbitraria que fue objeto de inmediatos recursos, que se prolongaron hasta bastantes años después de la Guerra Civil. Otra medida polémica, que provino de la misma iniciativa, fue la negativa a seguir incluyendo en la beneficencia municipal, a efectos de la gratuidad de las medicinas, a los miembros de la Guardia Civil. Se alegaba, no sin cierta razón, que los números percibían un sueldo, quedando la beneficencia reservada para los que carecían totalmente de recursos. El caso es que la exclusión (medida que al parecer sólo se adoptó en Archena), unida a las deplorables condiciones de habitabilidad que reunía el edificio alquilado que hacía de Casa-Cuartel, determinó la marcha de la Guardia Civil de Archena. Numerosos fueron los intentos posteriores de construir un alojamiento digno para el cuerpo, muchas veces bajo la presión de autoridades superiores (Gobernador Civil,...), pero siempre tropezaron con la escasez de recursos municipales. Las obras finalmente se llevaron a cabo en 1946.
Las tensiones sociales y políticas, apenas ocultas durante la Restauración, las levas de la guerra con Marruecos, la crisis económica mundial, la Dictadura de Primo de Rivera y la proclamación posterior de la República,...Todo este marco fue creando una progresiva radicalización de la sociedad española hasta llegar a abrir una sima infranqueable entre una derecha fascista y una izquierda revolucionaria. La Guerra Civil consecuente fue larga y cruel.
En el plano político doméstico con la guerra y la revolución posterior fueron adquiriendo un mayor protagonismo el partido comunista y el socialista, en detrimento de republicanos y radicales. La constitución del nuevo Consejo Municipal de 1937 (hasta en la terminología queda reflejado un mayor radicalismo, propiciado por la coyuntura bélica), refleja esta situación. Tres consejeros pertenecían al Partido Comunista, tres al Partido Socialista y tres a la Unión General de Trabajadores. Durante el período republicano se estableció una Junta Local calificadora para las expropiaciones de las fincas rústicas; destacando la expropiación de las grandes propiedades que poseía la familia De La Cierva en La Algaida y que habían pertenecido con anterioridad a la familia Fontes. Hay también numerosas referencias a la investigación de los títulos de propiedad y al proceso de adquisición de los bienes que habían constituido los propios municipales.
Regularmente tenían lugar rifas de carácter local que se celebraban también con anterioridad a la República, conocidas como "los iguales" y cuyos beneficios eran destinados a la atención sanitaria de enfermos pobres. Había una constante preocupación por la subida de los precios, especialmente el del pan, aunque no llegó a producirse en estos años el terrible desabastecimiento de la posguerra. Se emitieron billetes de banco locales y la escasez de alimentos se fue agudizando hasta llegar a establecer el racionamiento del pan.
En las actas se recogen algunas referencias a la labor realizada por los cuáqueros suministrando a la población, especialmente la infantil, leche y alimentos. También los rusos de la base de tanques daban pan y zapatos, fundamentalmente a los niños. Archena no sufrió ataques aéreos y los proyectados refugios para cobijar a la población no llegaron a construirse. Hubo que lamentar algún "paseo" al principio de la Guerra, eufemismo con el que se aludía entonces a las ejecuciones sumarias que se producían, sin juicio previo, y a consecuencia de los cuales fueron asesinadas cinco personas. En esta acción se demuestra el profundo anticlericalismo de parte de la población, ya que de los cinco asesinados, dos eran jóvenes sacerdotes y otro el padre de uno de ellos.
La Iglesia Parroquial resultó muy afectada por los desmanes y quema de conventos del principio de la contienda, en el verano del 36, quedando inutilizada para el culto y destruidos todos sus altares e imágenes, incluida una Inmaculada de Salcillo. La misma Iglesia fue utilizada como cárcel.
En Archena se establecieron dos bases militares bien diferenciadas: una base aérea rusa, algo alejada de la población y otra en el Balneario y Hospital militar, donde se ubicaron el cuartel y la escuela de tanques y blindados. La Comandancia Militar se instaló en el grupo escolar construido en el jardín de las Eras y entonces recién acabado. Una vieja aspiración del ayuntamiento, la de conseguir un local específico para escuelas, sin tener que arrendar viejos y, con frecuencia insalubres inmuebles, fue finalmente destinada (parcialmente, también se mantuvieron algunas aulas) a un fin muy alejado de la educación. La abundancia de tropas y la gran autoridad de que gozaban los militares en tiempos de guerra supuso alguna confrontación con las autoridades civiles; ejemplos de ello eran la polémica permanente para dilucidar a quién correspondía el pago de los guardias de vigilancia de la Torre o el control del reparto del trabajo.
Tras la guerra las condiciones de vida fueron muy duras; al descenso de los niveles de renta global del país se unieron la escasez de alimentos básicos, lo que obligó a mantener el racionamiento de productos durante bastantes años. La represión, que incluyó también algún asesinato sumario y la vejación para muchas personas (mujeres a las que se les cortó el pelo,...), supuso la cárcel para buena parte de la población que había apoyado la República. También en abril de 1939 fueron destituidos los funcionarios municipales, esta vez los que había nombrado la República. La única talla religiosa que sobrevivió a la contienda civil fue la de la Virgen de la Salud, bajo cuya advocación se encuentra la Ermita del Balneario. Esta imagen ya era muy querida por los archeneros, que la visitaban en alegre romería el día de la Ascensión, pero tras la guerra pasó a ser, junto con el Corpus Christi, la patrona de Archena. En 1954 tuvo lugar la solemne coronación.
En Archena el paludismo se convirtió en endémico, siendo muy frecuentes las solicitudes de desinfección de viviendas cursadas al Ayuntamiento para evitar la propagación de enfermedades infecciosas tras la muerte de algún familiar. Para tratar de controlar y erradicar el paludismo, se tapaban las zonas pantanosas y se realizaban mondas o limpieza de zanjas. Por orden directa del Gobernador Civil se construyó un horno para la desinfección de la ropa de las personas afectadas por parásitos. A mitad de los años cuarenta se construyeron nuevos lavadero público y cementerio y, por primera vez, una "estación clarificadora de aguas". A finales de la década se acometió la edificación de un nuevo ayuntamiento en el mismo lugar del anterior.
En 1949 se iniciaron las gestiones municipales para adquirir las fincas urbanas y rústicas conocidas como Villa-Rías, que pertenecían al Duque de Tovar. Finalmente, en 1956 y tras el fallecimiento del duque, la finca fue comprada a la administración internacional de Tánger (en quien había recaído una propiedad que en principio el duque había destinado a un centro norteamericano pionero en la lucha contra el cáncer) al precio de 1.000.000. El apoyo de la Caja de Ahorros del Sureste de España, con la concesión de un préstamo de 900.000 pesetas, fue decisivo para poder cerrar la operación. Se constituyó una comisión para resolver los problemas derivados de la implantación de los servicios e indemnizar a los 24 colonos arrendatarios con los que contaba la parte rústica de la finca. Las edificaciones de esta nueva zona residencial de Archena sólo podían tener una altura y forma de chalé. En cuanto al palacete, fue destinado a unidad sanitaria, pasando a ser, el jardín que lo circundaba, el único parque público con el que contaba el pueblo.
La urbanización de Villa-Rías fue, sin duda la preocupación fundamental de la Corporación municipal en los años cincuenta, pero se acometieron también otros proyectos, como la construcción de un nuevo mercado de abastos, construcción de escuelas en La Algaida, Torre-Junco y el Hurtado. También se decidió dotar al municipio de una biblioteca pública, ubicada en el mismo ayuntamiento, ya que “... la cierta capitalidad de que goza Archena con los poco distantes pueblos limítrofes y la afluencia de visitantes al Balneario obliga a proporcionarles bienestar cultural”. A principios de la década tuvo lugar una intensa campaña arqueológica en el Cabezo del Tío Pío. Los regadíos se fueron extendiendo, mediante la depuración de las aguas residuales.
Con la llegada de los años sesenta se puede considerar superada con creces en lo económico, la larga posguerra, entrando en una etapa de franco desarrollo que permitió acometer numerosas obras públicas. La década se inició con la importante mejora de la vida cotidiana que supuso el abastecimiento de agua y el saneamiento. Con escaso margen de tiempo se produjeron un acontecimiento aciago (la explosión del polvorín militar, que pese a su intensidad, no causó víctimas), y otro festivo: la inauguración de una magnífica y sin duda envidiada piscina olímpica, única en la región y de la que carecían casi todas las ciudades españolas. Además de la bondad de sus instalaciones, contaba con un valor añadido y era que en ella se permitía el baño conjunto de mujeres y hombres, cuando en otras piscinas tenían que acudir en horarios diferentes.
Con estas condiciones no era de extrañar la gran afluencia de autobuses con bañistas procedentes de Murcia y de otros pueblos. Además, se construyen escuelas, un Instituto de Segunda Enseñanza, depuradora, matadero, ciudad de los deportes y viviendas sociales. Una de las construcciones que más llenó de orgullo a los archeneros fue la piscina, de dimensiones olímpicas y primera de su categoría en toda la región. Los dos cines con los que ya contaba el municipio, pasan a ser propiedad municipal, uniéndose al cine de verano, como reflejo de una época en la que los poderes públicos ejercían con frecuencia funciones empresariales.
El día uno de septiembre de 1963 tuvo lugar la explosión de un polvorín militar distante apenas un kilómetro del casco urbano. El estallido se percibió en un radio de veinte kilómetros y ocasionó muy importantes daños materiales. El pueblo de Archena ha transformado este acontecimiento luctuoso en festivo, celebrando anualmente la ausencia de víctimas o desgracias personales que normalmente provoca una explosión de tal magnitud. Además de estas fiestas de septiembre, las patronales tienen lugar durante los meses de mayo o junio, entre el jueves del Corpus Christi y el domingo, en el que se celebra la Virgen de la Salud.
En los años setenta hay que destacar el aumento de los regadíos, gracias a las aguas del Tajo, con la conclusión de las obras del trasvase desde este río al Segura, que lamentablemente, y pese a las expectativas que se crearon, no ha supuesto una solución definitiva a conseguido superar la congénita escasez de agua de la cuenca, como ha venido a demostrar la durísima sequía de los años noventa.
En 1975 tras la muerte de Franco se inicia el período de la transición política hasta el actual régimen de libertades. Un hito fundamental de la misma fue la aprobación de la Constitución de 1978 que consolidó lo que se ha dado en llamar el “estado de las autonomías” y creó las bases para una auténtica convivencia democrática. Ahora una Comunidad Autónoma con capacidad normativa y amplio autogobierno ha sustituido a la provincia asumiendo muchas de las competencias del estado. Las primeras corporaciones democráticas centraron su potencial inversor en las infraestructuras educativas, levantando los principales colegios con los que cuenta hoy la villa. Posteriormente han sido las instalaciones sanitarias, culturales, deportivas y la satisfacción de una serie de actividades de fomento de la salud, de ocio, de empleo, que, cada vez mas, los ciudadanos demandan de sus gestores públicos, las que han centrado la actividad de los últimos ayuntamientos. La Algaida ha visto reconocida su singularidad como pedanía y dotada de nuevos equipamientos.
En estos últimos años Archena ha invertido absolutamente su saldo migratorio convirtiéndose en municipio de acogida para ciudadanos fundamentalmente originarios de países iberoamericanos y magrebíes. Cambio fundamental ha sido el de la transformación de un modelo económico basado en la agricultura (aunque el turismo, gracias al Balneario, ha estado siempre presente en Archena), a una economía de servicios en la que el sector terciario, y en menor medida el secundario, es el que da trabajo a la mayor parte de la población. La puesta en servicio de suelo industrial a través de los distintos polígonos ha potenciado y dado respuesta a esa tendencia.