Las buenas condiciones que ofrece Archena para el poblamiento, con la presencia del Segura y la fertilidad de sus tierras de cultivo, han sido aprovechadas desde tiempos prehistóricos. Gracias a unas excavaciones arqueológicas realizadas en el año 2001 podemos fechar el inicio de esa presencia humana hace más de cuatro mil años. El yacimiento que ha permitido esta datación era una cueva que en torno al 2300 a. C., en el período calcolítico o Edad del Cobre, se utilizó para el enterramiento de una pequeña comunidad, unos 23 individuos que fueron inhumados con su ajuar. También se han localizado en el término de Archena restos de la cultura argárica (1300 a. C.). Pero, sin duda, han sido los íberos los que han dejado una mayor constancia de su presencia en colinas y cerros, los lugares donde se establecían por sus características defensivas.
Concretamente en el "Cabezo Redondo" y, especialmente, en la necrópolis localizada en el "Cabezo del Tío Pío", datada en los siglos IV-III a.d.C., se han encontrado restos arqueológicos muy representativos, gran cantidad de vasos, ánforas, platos, fíbulas, urnas y copas. La importancia de la cerámica ibérica de Archena, entre la que destaca el "Vaso de los Guerreros" conservado en el Museo Arqueológico Nacional, es tal que dio lugar a un estilo propio el denominado de Elche-Archena que se caracteriza por la presencia de escenas figurativas en la decoración de los grandes vasos. Un detalle de ese vaso, que representa un guerrero a caballo es el que se ha elegido como logotipo de la empresa "Promoción y Gestión Municipal de Suelo de Archena S.L.", encargada de la ejecución y gestión del polígono "La Capellanía".
También los cartagineses estuvieron presentes con sus guarniciones militares en Archena, pero fueron los romanos los que constituyeron un núcleo estable e importante de población, con una activa vida urbana acreditada por su inclusión en la formidable red de caminos y calzadas. Los restos se localizan fundamentalmente en la zona del Balneario donde hubo alojamientos, templo, e instalaciones administrativas, obviamente con las propias de los tratamientos termales. Son muchos los indicios de que Archena pudo alcanzar el estatus de municipio romano, pero aún no podemos confirmarlo con seguridad.
Tradicionalmente se ha creído que el propio nombre de la villa deriva del latín, de la voz "arcila", o también "arxila" o "arcillasis", que significa arcilla o ciudad de la arcilla. Pero nunca se ha considerado un tema cerrado y siempre ha sido objeto de polémica. Recientes aportaciones como la del Profesor Antonino González Blanco no recogen esta teoría. En concreto él afirma que el nombre de Archena proviene del indoeuropeo y que tiene que ver con el agua en general o con las fuentes termales.
Los romanos, tan amantes de los Baños, explotaron las aguas termales y construyeron distintas edificaciones en torno a ellas, como lo atestiguan los numerosos restos hallados entre los que destacan la lápida de los Duunviros y las numerosas columnas aparecidas durante unas obras realizadas en el siglo XVIII. El centro de la población de Archena entonces debía ser el propio Balneario. Las abundantes monedas encontradas por todo el término nos indican que la mayor presencia romana se dio en los siglos I y II después de Cristo.
Poco sabemos sobre la larga etapa musulmana, pero es de suponer que Archena, como otras zonas, tendría una cierta densidad de poblamiento disperso constituido por núcleos o alquerías en las zonas de regadío al que correspondería el castillo (hisn era el nombre que se aplicaba tanto al punto fortificado como a la entidad de población) como elemento central. En efecto, sobre una antigua fortificación romana los árabes levantaron una fortaleza y castillo para controlar la salida del Valle de Ricote y proteger sus huertas a orillas del Segura. Este castillo fue entregado por el Infante don Alfonso (futuro Alfonso X y conquistador del reino de Murcia) a uno de los caballeros de su hueste por un privilegio de 1243, documento en el que aparece el nombre de Archena por primera vez en la historia: "da en tenencia lo de Archena y otros tres castillos a D. Rodrigo López de Mendoza". Esta posesión duraría poco puesto que apenas un año después, el 15 de julio de 1244 el Infante concedió la propiedad a la Orden de San Juan en la persona de su Comendador frey Guillén de Mondragón:
"...otorgo a el e a la Horden del Hospital...el castillo de Archena con su villa por heredat con montes e con fuentes e con pastos, con entradas e con salida, con todos sus terminos e con todas pertenencias, así como las avie Archena en tiempo de moros..."
La población de Calasparra pasó también a ser propiedad de la Orden de San Juan un tiempo después, en 1266, formando ambas villas una única Encomienda. Posteriormente el castillo se vio implicado en las guerras civiles castellanas del siglo XV hasta que el príncipe don Enrique ordenó su completa demolición en 1452, de forma que hoy apenas quedan unas ruinas.
Las Ordenes Militares surgidas con las Cruzadas estaban integradas por monjes soldados, que además de sus votos monásticos juraban también dedicar su vida a la defensa de la cristiandad. Para ser admitido como caballero era necesario probar la descendencia de antepasados nobles de nombre y armas y tener complexión robusta. Tuvieron una gran importancia en la Reconquista española y no es de extrañar que su presencia (en especial la de la Orden de Santiago) fuera grande en el Reino de Murcia que permaneció durante tres siglos como frontera frente al Islam. El origen de la Orden de San Juan está en un hospital fundado en Jerusalén para acoger a los peregrinos. Una importante particularidad de la Orden Hospitalaria es su carácter internacional, su presencia en numerosos países, lo que permitió que escapara al control directo de la Corona, ya que desde los Reyes Católicos son los monarcas los Grandes Maestres de las Ordenes Militares españolas. La jerarquía de los Hospitalarios estaba encabezada por el Gran Maestre, el Prior era la cabeza de la Orden en cada provincia, mientras que el Comendador era la máxima autoridad de una encomienda.
Pronto los Comendadores pasaron a vivir en la Corte, se hicieron absentistas, como la mayor parte de la nobleza a la que pertenecían. El señorío jurisdiccional que mantenía la Orden se ejercía por medio del alcalde mayor que actuaba en las causas civiles y criminales, tanto en primera instancia como en apelación. El Comendador debía confirmar las ordenanzas municipales y a los cargos electos que componían el Concejo. Nombraba asimismo al alcalde mayor y al escribano y recaudaba sus propios tributos, reteniendo una parte sustancial del diezmo (al pertenecer a una Orden Militar, Archena no pagaba el diezmo al Obispado de Cartagena), así como otros impuestos. Además la Orden contaba con rentas procedentes de su patrimonio, era propietaria directa de ricos terrenos de regadío, especialmente en La Algaida, de diferentes inmuebles como la Casa Grande (que vendió ya en el siglo XV) de monopolios como el molino, y especialmente de los Baños Termales. Archena perteneció a la Orden de Malta hasta las desamortizaciones de mediados del siglo XIX, es decir, más de seis siglos. Como recuerdo de este larguísimo período de su historia el escudo de la villa mantiene las dos cruces de ochos puntas características de la Orden.
En 1462, pacificada ya la zona, la Orden decidió facilitar la repoblación otorgando para ello una Carta-Puebla en la que se establecían las condiciones de los residentes, mucho más duras y gravosas que las otorgadas a Calasparrra que había sido repoblada por cristianos mientras que Archena estaba regida por una aljama de moros. A principios del siglo XVI los Reyes Católicos deciden unificar religiosamente sus reinos, obligando a los seguidores del Islam a convertirse al cristianismo o exiliarse del país. Tras el bautismo masivo subsiguiente los mudéjares de Archena y el Valle de Ricote pasan a convertirse en moriscos , rigiéndose por el concejo castellano; con ello las condiciones y tributos debidos a la Orden se suavizaron algo. Este siglo conoció un aumento demográfico y un desarrollo de la superficie cultivada, siendo por entonces las producciones más importantes el arroz, el panizo, al aceite y la cebada.El siglo XVII por el contrario, implicó un retroceso en todos los órdenes. Se inició con la expulsión definitiva de los moriscos (1613) que, especialmente tras la guerra de las Alpujarras, eran acusados de conservar subrepticiamente sus antiguas creencias religiosas y de apoyar a los piratas berberiscos que hostigaban las costas. En Archena parece que de las 86 familias moriscas censadas, más de la mitad pudieron evitar la expulsión o volver al poco tiempo, pero el evidente descenso demográfico se vio magnificado por una serie de calamidades que asolaron la región: riadas, sequías, plagas de langosta, terremotos y pestes. La siguiente centuria comienza con una guerra civil, la provocada por la disputa del vacante trono de España entre las Casas de Habsburgo y Borbón. Con todo el siglo XVIII es de una gran estabilidad y desarrollo económico para todo el país, especialmente para el reino de Murcia, que había defendido la causa borbónica. Dentro de esta prosperidad general es el Valle de Ricote y Archena la zona de mayor crecimiento demográfico. Si en 1700 el número de habitantes no alcanzaba los 200, a finales del siglo superaba los 1.100. Junto a es espectacular incremento se produjo también un importante aumento de la superficie cultivable y la conversión de zonas de secano en regadío. Los cereales y la morera continuaban siendo las producciones más importantes, pero comenzó con fuerza en estos años la expansión de los frutales.
El primer tercio del siglo XIX marca una importante inflexión en ese proceso. La Guerra de la Independencia supuso un profundo desgaste en la zona con el paso de tropas de uno y otro bando., incrementada en Archena con una gran afluencia de tropa al Balneario. Posteriormente se inicia una época de inestabilidad política y de enfrentamiento civil se suceden sequías y las epidemias (tifus y cólera) se ceban con una población mal alimentada. Con el triunfo definitivo del liberalismo se produce la supresión del Antiguo Régimen, que para Archena tuvo como consecuencia inmediata dejar de pertenecer a la Orden de San Juan, cuyas propiedades más importantes, incluidos los Baños, fueron adquiridas por el Marqués de Corvera. La desaparición de los propios municipales y el aumento de la presión fiscal fue una carga importante para las economías mas desfavorecidasbio de estructuras. En la segunda mitad del XIX comienza la vertebración de un mercado nacional favorecido por la llegada del ferrocarril y el comienzo de la explotación de los productos agrícolas archeneros, iniciándose también una producción industrial basada en la conserva. A finales del siglo se incrementó notablemente la emigración (en principio preferentemente a Orán y el Africa francesa, para tener luego como destino preferente Barcelona y América), aunque sin consecuencias para un saldo demográfico tremendamente expansivo.
Las tensiones sociales y políticas que la Restauración pretendió ocultar, estallaron de forma incontrolable en la segunda década del siglo XX y acabaron desembocando en una larga y cruenta guerra civil. Archena no llegó a sufrir ataques durante la misma, pese a ser sede de una base aérea rusa y escuela de tanques, pero padeció, como todo el país, la larga y dura posguerra. La contienda hizo retroceder varios años los índices de desarrollo y renta, volviendo a una producción básicamente de subsistencia; en Archena el paludismo adquirió la condición de endémico durante varios años. Hay que esperar a la década de los cincuenta y, en mayor medida sesenta, para volver a una prosperidad como siempre acompañada de incremento demográfico (pese a la emigración) y expansión del regadío. Este último se vio facilitado con la construcción de depuradoras y especialmente en los años setenta con la construcción del trasvase Tajo-Segura, que lamentablemente y pese a las esperanzas en él depositadas, no ha supuesto una solución a la endémica falta de agua de la huerta archenera. Las profundas transformaciones socioeconómicas de los últimos cincuenta años han posibilitado un cambio fundamental en las formas de vida y en las costumbres que tienen su principal exponente en el hecho de que por primera vez en la historia de Archena, la población no vive mayoritariamente de la agricultura; a partir de ahí es fácil deducir que la huerta a la que cantó Vicente Medina ya ha desaparecido.